Para inaugurar el curso bibliotecario hemos tirado la casa por la ventana y nos hemos montado un restaurante de estrella Michelín.
Los profes han estado a nuestra disposición para sugerirnos deliciosas lecturas.
Como postre, hemos disfrutado de una poesía para llevar con la que se nos ha hecho la boca agua pero nos ha dejado la miel en los labios... ¡Menos mal que la semana que viene ya tendremos el primer poema del curso en nuestro expositor del vestíbulo y podremos matar el gusanillo!